Muchas veces confundimos la pena con otros sentimientos y otras tantas, muchos sentimientos nos conducen a la pena. Es un ciclo difícil de romper en el que a veces nos rendimos a ser todo lo felices que queramos ser y que podamos intentarlo. Porque esto de la capacidad de adaptación, valoración, asimilación y empeño en seguir hacia adelante, dejando lo triste acontecido y lo que nos rompió el alma, no siempre es un acto genérico y compartido. Cada cual descubre la vida tal y como alguien que, también la interpretó a su manera, se la enseña o por el contrario, nunca se preocupó de hacerlo.
Somos esa mezcla entre lo que corre por nuestra sangre y lo que ha andado durante nuestra vida haciéndonos aprender. Nuestros padres, nuestros profesores, nuestros amigos, nuestras parejas, nuestros hijos y nuestros amigos y conocidos. Todos influimos y nos influyen a ser como somos, como nos gustaría ser y como creemos que hemos llegado a ser.
Y toda esta introducción viene a que muchas veces creemos que sentimos un dolor, y es una soledad o sentimos un vacío que es una pena arrastrada que todavía no hemos sido capaces de conocer. A que en ocasiones creemos tener una ilusión y no es mas que una necesidad de tenerla, equivocando la evidencia con la ensoñación y la realidad, con el mas idealista de los deseos. A que seguimos anclados al pasado pensando, que si no nuestra vida es mas corta, cuando lo que acortamos son los días sin vivir el presente.
En fin. Que hoy no entro en la camisa. Que lloro por cualquier cosa. Que me acurruco en fotos de hace muchos años. Que me aterra contar hacia adelante. Que me acuerdo aún mas, de todo lo que fui entre sus brazos. Que me aburre la vida y me alivia el sueño. Que hoy sin duda, he vuelto a equivocar dolor por soledad y que me niego a aceptar que estaría mejor acompañada. Con una nueva ilusión. Con otros besos.
Somos esa mezcla entre lo que corre por nuestra sangre y lo que ha andado durante nuestra vida haciéndonos aprender. Nuestros padres, nuestros profesores, nuestros amigos, nuestras parejas, nuestros hijos y nuestros amigos y conocidos. Todos influimos y nos influyen a ser como somos, como nos gustaría ser y como creemos que hemos llegado a ser.
Y toda esta introducción viene a que muchas veces creemos que sentimos un dolor, y es una soledad o sentimos un vacío que es una pena arrastrada que todavía no hemos sido capaces de conocer. A que en ocasiones creemos tener una ilusión y no es mas que una necesidad de tenerla, equivocando la evidencia con la ensoñación y la realidad, con el mas idealista de los deseos. A que seguimos anclados al pasado pensando, que si no nuestra vida es mas corta, cuando lo que acortamos son los días sin vivir el presente.
En fin. Que hoy no entro en la camisa. Que lloro por cualquier cosa. Que me acurruco en fotos de hace muchos años. Que me aterra contar hacia adelante. Que me acuerdo aún mas, de todo lo que fui entre sus brazos. Que me aburre la vida y me alivia el sueño. Que hoy sin duda, he vuelto a equivocar dolor por soledad y que me niego a aceptar que estaría mejor acompañada. Con una nueva ilusión. Con otros besos.
